jueves, 7 de febrero de 2013

Escila y Caribdis digitales



Escila y Caribdis digitales

Generalmente al hablar de progreso y modernidad uno se piensa que estamos hablando de términos positivos. El crecimiento tecnológico siempre es recibido con los brazos abiertos pues es sinónimo de una vida más fácil y rápida. Sin embargo, parecer ser que los principales aspectos que hacen a una sociedad realmente funcional se ven directamente afectados por la modernidad aún cuando esta nos ofrece más rapidez en nuestras actividades diarias. Quizás no sea precisamente rapidez lo que necesitamos.

Vivimos en una era donde la conectividad es el primer aspecto a cubrir por un dispositivo electrónico. El rápido acceso desde cualquier lugar ofrece tranquilidad y contacto inmediato con nuestros amigos y seres queridos. Aún así, no nos hemos vuelto más sociables y precisamente el celular es la principal arma para interponer una barrera entre nuestros interlocutores casuales. Es decir, precisamente la red social electrónica prevalece sobre la original. La pregunta es ¿Por qué? ¿Cómo es que este autismo digital se expande entre los seres humanos? Quizás porque es más sencillo estar mirando una pantalla e interactuar a través de iconos y símbolos. La realidad pudiera ser que la verdadera interacción social implica esfuerzo y se enfrenta a la vaguedad de la interacción electrónica que con sus emoticones y memes deja abierta una interpretación totalmente personal que no demanda ninguna atención real. El alejamiento de las redes sociales también puede significar una separación del mundo digital y un desfasamiento en la vida diaria. Esto parece la versión moderna de los monstruos marinos procedentes de la mitología griega Escila y Caribdis donde se nos obliga a navegar por el justo medio.

Mientras los autos son más rápidos seguimos llegando tarde a nuestro destino, mientras la música es más fácil de conseguir la gente escucha menos música atentamente. Al final la modernidad es una ilusión que confunde la rapidez con calidad de vida. El efecto microondas le llamaría yo. La manera en la que tres minutos son simplemente demasiado tiempo.

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