Séptimo arte.
El
sorprendente hombre araña
No se necesita ser
agudamente perspicaz para intuir que uno de los nichos que mejor han resultado
en la industria Hollywoodense los últimos 10 años (y con resultados no solo me
refiero a dinero en taquilla que es igualmente obvio) es la franquicia dedicada
a los comics.
Por fin los avances
tecnológicos en gráficos computarizados y, por consiguiente en efectos
especiales, han facilitado la vida de los realizadores, y ¿Por qué no decirlo? de
muchos de nuestros héroes favoritos. Por fin somos capaces de verlos en carne y
hueso sin tener que ser testigos necesariamente de producciones fallidas llenas
de humor involuntario como algunos
intentos en anteriores décadas de plasmar estos iconos de la cultura
contemporánea. No me malinterpreten hay producciones excelsas como “Superman”
de Richard Donner y Dick Lester o el Batman que redefinió Tim Burton pero
también recuerden aquella pifia 90era llamada “Capitán America”. La modernidad
tampoco los salva de estrellarse y de repente vemos verdaderos churros como “Ghost
Rider” o “Los 4 fantásticos”.
Precisamente uno de los
abridores de este nuevo “boom” del año 2000 fue “El hombre araña”, en el 2002
el proyecto se le encargó al otrora director de culto Sam Raimi y logró poner
al tejeredes a columpiarse entre edificios y escalar paredes a gran velocidad
de manera visualmente impresionante. No hay duda que esta fue una de las
versiones más exitosas durante la década pasada. Pero en el camino y, a falta
de enfoques atractivos en sus secuelas y horribles actuaciones de su inteprete
Tobey Maguire, “Spidey” perdió a sus seguidores y surgió la necesidad de
redefinir al Héroe. O al menos eso intuyó la industria pues se apresuró en
llevar lo más pronto posible una nueva versión, me imagino dirigida a las
nuevas generaciones de fans como buen pretexto.
Quienes ya compramos
Spiderman en el 2002 nos enfrentamos a un nuevo ofrecimiento de comprarlo
nuevamente. Otra vez la historia bien conocida de Peter Parker por sus
entusiastas es contada, con el “novedoso” enfoque de ver más de su infancia y
menos del enmascarado y otra vez vemos
como el personaje descubre sus poderes, diseña su traje, ve morir a su tío, le
da una lección a quienes le hicieron sufrir en la escuela y… bueno básicamente vemos
Spiderman en su versión 2012. La Justificación es este nuevo enfoque “moderno”,
basado en una versión adolescente publicada anteriormente en los comics llamada
“The ultímate Spiderman”.
Y aunque verdaderamente
Andrew Garfield es un respiro como Peter Parker y ahora si se nos da la
oportunidad de ver un clásico villano como El lagarto, Me encontré con una
película llena de los clásicos clichés cinematográficos llevados un paso más
allá y de una carga emocional a momentos forzada por su música incidental en
algunas escenas. El respiro de ver Gwen
Stacy interpretada por Emma Stone nos hace olvidar completamente esa molesta
versión de Mary Jane que hizo esa actriz la cual no recuerdo su nombre en este
momento pero que no es necesario mencionarla o googlearla. Los efectos
especiales están bien cuidados mas no son particularmente impresionantes y los
diálogos son para olvidarse a los 5 minutos de haber salido de la sala. Al
final hay un cameo para los fans totalmente incomprensible, me atrevo a decir
que fallido.
Dudé mucho en pagar dos
boletos de cine para ver esta nueva versión, encontré pretexto en escribir su
reseña y me aventuré. Antes y después de la película hay un burdo dicharacho
que no dejaba de rondar mi cabeza y quedo corroborado anoche: “Es la misma
changa, nomás que revolcada”. ¿Quieres ver Spiderman y sus inicios de nuevo? ¿No
te bastó ver a Tobey Maguire? ¿Quieres que tus hijos se diviertan y pasar un
buen rato en familia? Debes de ver esta película. Quizás si hubiera escuchado
cien veces menos la premisa de nuestro héroe me hubiera emocionado un poco.
Pero no es el caso.
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