Lincoln
(Dir. Steven
Spielberg, 2012)
Después de varios años de estar trabajando en el proyecto, el director
estadounidense Steven Spielberg finalmente estrenó el pasado 2012 la producción
biográfica dedicada al legendario presidente de la unión americana Abraham
Lincoln. El filme sufrió varios cambios durante su desarrollo, uno de los más
sobresalientes fue cambiar el papel protagónico, el cual estaba a cargo de Liam
Neeson, y otorgárselo al gran Daniel Day Lewis. “Lincoln” se centra en uno de
los períodos más importantes durante el segundo mandato del presidente y el
resultado cinematográfico es un tanto ambivalente. En esta edición de “De primera
intención” analizaremos un poco esta reciente producción de Spielberg.
Durante la etapa final de la guerra civil en 1865, Lincoln propone la
segunda enmienda la cual prohibirá la esclavitud en los Estados Unidos. La
aprobación del documento causará conflictos entre los partidos republicano y
demócrata que podrán a prueba el poder, carácter y capacidad del presidente.
Este fue uno de los momentos más importantes y memorables no solo del mandato
del Lincoln sino también de la historia de Norteamérica. Aún cuando la premisa es
simple, el desarrollo de la trama no es del todo claro y me parece que se
necesita un conocimiento previo de historia para reconocer y analizar más a
fondo a los personajes que se presentan durante el filme.
Sin duda el punto fuerte de la película son las actuaciones. Al menos
una decena de grandes figuras como Tommy Lee Jones, James Spader, Sally Field y
Joseph Gordon-Levitt desfilan por la pantalla magistralmente caracterizados y ofrecen
entretenidas interpretaciones de los históricos personajes que jugaron un
importante papel en el desarrollo de la historia de Estados Unidos. Obviamente,
Daniel Day Lewis es uno de los grandes aciertos de la película y produce ese
fenómeno inusual donde la simple interpretación se sobrepasa para dar lugar a
una verdadera reencarnación del personaje de Abraham Lincoln. El vestuario y ambientación del filme termina
por dar el toque histórico perfecto. Esta estética visual no es nada extraño en
los trabajos de Spielberg.
Para presenciar esta película, tengo que decirlo nuevamente, es
necesario conocer un poco del período representado en la trama. Este parece ser
un drama político más allá de una historia entretenida y, aún cuando es
fielmente representado, se presenta con un ritmo un poco pausado y lento lo
cual resultará aburrido para quienes no están interesados en ningún aspecto
histórico del país vecino pero las actuaciones quizás otorgarán el
entretenimiento necesario para sobrevivir las dos horas y media de duración.
Los recursos narrativos de Spielberg son los mismos, queda la duda si
el director los utiliza como fórmula o estilo y se extrañan aquellos momentos
donde la creatividad predomina sobre la emocionalidad musicalizada. Este es un
buen trabajo del director, no de los mejores, pero si uno bastante presentable.
Quizás es un filme para exhibir en un museo o para documentarse sobre historia.
Difícilmente atraerá a la audiencia que busca solo diversión en el cine.
“Lincoln” ya está en su cine favorito. Están todos invitados.
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