martes, 5 de marzo de 2013

Lincoln (Dir. Steven Spielberg, 2012)



Lincoln
(Dir. Steven Spielberg, 2012)

Después de varios años de estar trabajando en el proyecto, el director estadounidense Steven Spielberg finalmente estrenó el pasado 2012 la producción biográfica dedicada al legendario presidente de la unión americana Abraham Lincoln. El filme sufrió varios cambios durante su desarrollo, uno de los más sobresalientes fue cambiar el papel protagónico, el cual estaba a cargo de Liam Neeson, y otorgárselo al gran Daniel Day Lewis. “Lincoln” se centra en uno de los períodos más importantes durante el segundo mandato del presidente y el resultado cinematográfico es un tanto ambivalente. En esta edición de “De primera intención” analizaremos un poco esta reciente producción de Spielberg.

Durante la etapa final de la guerra civil en 1865, Lincoln propone la segunda enmienda la cual prohibirá la esclavitud en los Estados Unidos. La aprobación del documento causará conflictos entre los partidos republicano y demócrata que podrán a prueba el poder, carácter y capacidad del presidente. Este fue uno de los momentos más importantes y memorables no solo del mandato del Lincoln sino también de la historia de Norteamérica. Aún cuando la premisa es simple, el desarrollo de la trama no es del todo claro y me parece que se necesita un conocimiento previo de historia para reconocer y analizar más a fondo a los personajes que se presentan durante el filme.

Sin duda el punto fuerte de la película son las actuaciones. Al menos una decena de grandes figuras como Tommy Lee Jones, James Spader, Sally Field y Joseph Gordon-Levitt desfilan por la pantalla magistralmente caracterizados y ofrecen entretenidas interpretaciones de los históricos personajes que jugaron un importante papel en el desarrollo de la historia de Estados Unidos. Obviamente, Daniel Day Lewis es uno de los grandes aciertos de la película y produce ese fenómeno inusual donde la simple interpretación se sobrepasa para dar lugar a una verdadera reencarnación del personaje de Abraham Lincoln.  El vestuario y ambientación del filme termina por dar el toque histórico perfecto. Esta estética visual no es nada extraño en los trabajos de Spielberg.

Para presenciar esta película, tengo que decirlo nuevamente, es necesario conocer un poco del período representado en la trama. Este parece ser un drama político más allá de una historia entretenida y, aún cuando es fielmente representado, se presenta con un ritmo un poco pausado y lento lo cual resultará aburrido para quienes no están interesados en ningún aspecto histórico del país vecino pero las actuaciones quizás otorgarán el entretenimiento necesario para sobrevivir las dos horas y media de duración.

Los recursos narrativos de Spielberg son los mismos, queda la duda si el director los utiliza como fórmula o estilo y se extrañan aquellos momentos donde la creatividad predomina sobre la emocionalidad musicalizada. Este es un buen trabajo del director, no de los mejores, pero si uno bastante presentable. Quizás es un filme para exhibir en un museo o para documentarse sobre historia. Difícilmente atraerá a la audiencia que busca solo diversión en el cine.

“Lincoln” ya está en su cine favorito. Están todos invitados.

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